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Boletín 10625-17: Otorga reconocimiento legal al pueblo tribal afrodescendiente chileno

Boletín 10625-17: Otorga reconocimiento legal al pueblo tribal afrodescendiente chileno

Publicado el 10/01/2019

El Proyecto de ley que pretende otorgar reconocimiento legal al pueblo tribal afrodescendiente chileno, ingresado al parlamento en 2016, continúa su recorrido por el Congreso.  

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Creemos importante destacar los antecedentes y consideraciones previos que explicita el proyecto y que muestran la presencia y aporte de la comunidad afrodescendiente. Reproducimos fragmentos del contexto histórico, incluido en el boletín disponible para toda la ciudadanía en la página del Senado.

“Y llegaron con cadenas”, unos a otros, obligados a cruzar el atlántico en galeras, raptados de sus tierras, convertidos en esclavos, sujetos de dominio por adinerados terratenientes del Perú y, aunque se niegue por la historia, también de Chile.

Este pueblo tribal afrodescendiente o comunidades afrodescendiente, que representan un tercio de la población de América Latina, han sido constantemente marginados de las políticas de los gobiernos, experimentando niveles desproporcionados de pobreza y exclusión social a nivel mundial.

En efecto, los afrodescendientes, relacionados con la diáspora africana, se encuentran presentes en América Latina desde tiempos de la conquista, siendo partícipes activos de la construcción de las actuales naciones del sur, con una importante pero oculta (o negada) participación en los procesos de independencia de los países donde fueron traídos.

En Chile, aunque no se sabe con certeza el porcentaje de afrodescendientes, al menos en Arica y Parinacota existen unas ocho mil quinientas personas, lo que corresponde a un cinco por ciento de la población total,  esto según la primera encuesta de caracterización de este segmento de la población realizada por el Instituto Nacional de Estadísticas en el año 2013, indicador que esperamos sea considerado en el censo nacional del 2017 y 2022.

Orígenes del afrodescendiente en Chile

Existen diferentes motivos que han conducido a la invisibilización de la presencia africana en nuestro país, todos los cuales han derivado en la negación histórica de los aportes negros en la conformación de la nación chilena. Diferencias raciales o sociales,  el temor a la instauración de sus costumbres o una rebelión en alianza con los indígenas asoman como las principales razones de aquello.

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Los africanos fueron traídos a Chile en tiempos de la Conquista, principalmente como víctimas del tráfico de esclavos y obligados a cumplir diversas labores, orientadas en su mayoría a labores agrícolas y de servidumbre. Es entre los años 1580 y 1640 en que se produce la máxima internación de negros africanos hacia el reino de Chile. La mayoría provenía de Guinea, el Congo y Angola. La disminución de mano de obra indígena hizo necesaria su presencia y muchas autoridades de la época solicitaron con entusiasmo el traslado de esclavos negros a Chile. Benjamín Vicuña Mackenna en su libro Historia crítica y social de la ciudad de Santiago, reconoce el aporte demográfico señalando que en ese tiempo era muy considerable el número de negros que existía en Chile. Misma opinión sostiene don Diego Barros Arana.

Jean Paul Zuñiga en su libro Huellas de una ausencia. Auge y evolución de la población africana en Chile: apuntes para una encuesta, señala que entre 1633 y 1644 cerca del 33% de la población de Santiago era negra o afrodescendiente. El número de negros en Santiago fue grande, tanto así que la elite hispano-criolla empezó a sentirse insegura.

Como se señaló anteriormente, los primeros esclavizados fueron traídos a Chile siendo parte de las expediciones de descubrimiento de don Diego de Almagro y de conquista de don Pedro de Valdivia siendo su principal función la de sirvientes domésticos y de soldados.  En efecto,  el ejército descubridor contó con la participación de unos 150 hombres negros, por ello “casi todos los cronistas que se refieren al viaje de Almagro hablan de los negros que traía, aunque la cifra exacta es imposible saberla”.

Los afros tuvieron una importante participación en nuestra independencia. Se cuenta que fue José San Martín, quien movido por la necesidad de aumentar sus tropas, y con la finalidad de dar curso a sus ideas progresistas, consideró conveniente incorporar esclavos negros a cambio de su manumisión. Dicha noticia, según Barros Arana, fue recibida con burlas en el palacio de Santiago, pues “algunos de los consejeros de Marcó creyeron que esa medida iba a constituir un negocio excelente para el gobierno de Chile; que esos negros caerían indefectiblemente prisioneros en el primer encuentro, y que, llevados a Lima, serían ventajosamente vendidos por esclavos”.

Esta medida resulto ser un gran acierto para las tropas libertadoras, la formación de batallones de “negros” otorgó importantes victorias y causo una gran sorpresa a los conquistadores.

Destacan entre las filas el Batallón de los Pardos, conformado en su mayoría por negros, quienes junto con los demás esclavos reclutados por San Martín para engrosar las filas del Ejercito Libertador de los Andes, infundieron respeto y temor a su paso. San Martín, consciente de la importancia de los afros, reconoció el valor de estos batallones, señalando que “los mejores soldados de infantería que tenemos son los negros y mulatos. Los blancos de estas provincias no son aptos más que para caballería”.

Al respecto, mención especial merece José Romero, conocido como el 'mulato romero', quien destacó en su valentía e inteligencia. Nacido en 1794, hijo de esclava y de un hombre blanco de la aristocracia, y miembro desde 1807 del Regimiento de Infantes Pardos, sirvió a la causa patriota en la Vieja Patria (1810-1814) y en 1817 en la Reconquista. Entre sus hazañas, se cuenta que durante el apresamiento de una nave española que traía refuerzos desde El Callao en ayuda del Comandante Antonio Pareja, en junio de 1813, el valor del mulato romero sorprendía a los españoles “… sorprendida la tripulación, que se encontraba sin medios de defensa, se entregó a sus captores, y correspondió a Romero ser uno de los primeros soldados en subir a bordo”.  Así es como “lo que comenzó con la organización del batallón de pardos para sujetar el desenfreno de la muchedumbre […] a fin de someter todos sus miembros a la estrictez de las ordenanzas militares, marcando la diferencia de las costumbres de estos sujetos frente a los hombres civilizados, se convirtió entonces en un punto al que convergen los valores de todos: la libertad, el patriotismo y el progreso”. En 1832, Romero es nombrado Oficial de Sala de la Cámara de Diputados, equivalente a lo que es actualmente un Edecán, cargo que desempeñó hasta poco antes de su muerte.

Presencia Afrodescendiente en el Norte de Chile

 

En el año 1778, durante el gobierno de Jáuregui, se llevó a cabo un empadronamiento de la población del obispado de la ciudad de Santiago, que abarcaba entonces la parte del territorio comprendido entre los vagos límites del desierto de Atacama por el norte, y el rio Maule por el sur. De un universo total de 260.000 almas, 25.500 corresponden a negros y 20.600 a mestizos. Tomando en cuenta que este empadronamiento no incluyó el obispado de Concepción, el número de habitantes negros en el país es una suma más que considerable. Es en 1812 cuando se realiza un censo en esta última zona, la que registra un total aproximado de 200.000 habitantes con un número cercano a los 9.000, entre negros, mestizos y mulatos.

El censo de 1813 levantado por don Juan Egaña cuenta de la población existente en el país y demuestra detalladamente la población mulata, mestiza y negra existente.

Lo anterior da cuenta de la existencia de africanos desde antes de nuestra independencia, y de la importante función de este pueblo en la construcción de nuestra República.

Ahora bien, necesario es recordar que las actuales regiones de Arica y Parinacota y Tarapacá fueron, hasta antes de la guerra del pacífico, territorios administrados por la República del Perú. El tráfico de población a este país fue el más extenso de todos, los africanos enviados a través del atlántico eran desembarcados primero en el puerto de Cartagena, en las costas caribeñas de Sudamérica. Después se realizaba el traslado hacia el puerto de Portobelo, a corta distancia de Panamá. Luego se navegaba hacia el Callao, ingresando a Lima, donde los esclavos eran vendidos a todos los sectores del virreinato.

Para cubrir las necesidades alimentarias de las nacientes ciudades del Perú, los españoles crearon vastas extensiones de huertas, las que eran tendidas por pequeñas familias de esclavos. Por el norte y por el sur, los esclavos eran destinados al trabajo agrícola, siendo especialistas en el cultivo de la caña de azúcar. De tal forma, existen antecedentes claros de la presencia de la población afro en los valles bajos y la costa de Arica y también en Tarapacá.

Arica, habitada desde milenios por indios pescadores junto a pobladores de las tierras alto-andinas configuraron una realidad social e identitaria. Cuando el conquistador Francisco Pizarro entregó la provisión de la encomienda a Lucas Martínez de Vegazo en 1540, tal población originaria sufre un descenso y la antigua caleta del cacique Ariaca se transforma en un puerto que se conecta con el cerro rico de Potosí; desde ahí, españoles, y anaconas y negros conforman el paisaje humano de Arica. Esclavos negros pasan a formar parte del panorama étnico y cultural del puerto. Así se puede apreciar en el testamento de don Lucas Martínez que señalaba: “tengo en el tambo de Arica una negra que se dize Bárbara que haze pan y vizcocho y asymismo tengo en el coto de las vacas un negro vaquero que se dizeAnton Cala<> declaro que tengo pa mi servicio conmigo una negra que se dize Paloma y una mulata hija suya que se dize Leonor e un negro caballerizo que se dize Hernando”.

El corregimiento de Arica limitaba al sur con Lípez y Atacama, incluyendo el sector de Tarapacá, el cual se convierte en corregimiento ya avanzado el siglo XVIII, debido a la importancia que tomó Huantajaya por su producción de plata.

La vía de entrada a Arica y Tarapacá no sólo era por el Callao, sino también desde el puerto de Buenos Aires. Esto queda de manifiesto en el libro Cómo España quedó despoblada por las migraciones a América, de fray Benito de Peñaloza escrito en 1629. Según el investigador peruano, Luis Cavagnaro, a la época en Arica existía una población negra del 73% contra un 23% de población blanca.

En el Valle de Azapa, en la hacienda de Gaspar de Oviedo, sitio donde hoy se encuentran las dependencias del museo arqueológico San Miguel de Azapa, para 1661 contaban con los esclavos Juan García Angola, Miguel Angola, Juan Biafara, Sebastián Capatero Angola, Sebastián Capatero Angola, Phelipe Mandinga, Simón Congo, Luis Balanta, Juan Matamba, Antón Yumbo, apellidos que nos remiten a África, y que son testimonio, uno de los tantos, de la presencia negra en nuestro país. Sin embargo, uno de los documentos de mayor valor de demostración de presencia destacada en la zona es el censo realizado en 1871, documento que entrega valiosa información respecto al apellido, condición, nacionalidad y oficio de cada uno de los habitantes negros de aquella época.

El conocido historiador ariqueño Alfredo Wormald Cruz, en su libro Frontera Norte, al referirse a la presencia afro en Arica, comenta que “Incluso llegó a tener (la población negra de Arica) hasta principios del siglo, un barrio propio llamado Lumbanga, que se encontraba por donde ahora corre la calle Maipú. Según me informan, la palabra Lumbanga, que parece de origen africano, significa caserío. En este barrio, los negros eran dueños de pequeños comercios y las mujeres, por lo general trabajaban como empleadas domésticas".

Tres siglos de colonia, un siglo casi con el Perú y más de ciento cuarenta años de existencia con soberanía chilena son los que la raza negra ha compartido y sufrido junto al valle y el mar.

Cultura del afrodescendiente presente en Chile

 

El aporte de la cultura afrodescendiente se manifiesta en muchos aspectos, por ejemplo, en nuestra lengua encontramos vocablos africanos, tales como banana, bochinche, ganga, entre otros.

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Se dice que nuestro baile nacional, la cueca, tiene matices africanos que se manifestaron en la Zamacueca, baile afroperuano de gran moda en los años posteriores a la Independencia y antecesora de nuestro baile nacional. Así mismo se la puede vincular a la payada vocal, la poesía improvisada cantada en décimas, con grandes exponentes afrodescendientes como el mulato Taguada apodado “el invencible”, quien en el histórico “encuentramiento” con Javier de la Rosa, ocurrido ya en 1830 en la ciudad de Tagua Tagua, encontró la muerte tras haber sido vencido en la lucha de payas que duró ochenta horas.

La pascua de los negros, que ya es parte de nuestra sociedad chilena, tiene sus raíces en el pueblo africano,  sus orígenes se remontan al Siglo XVIII, cuando los nativos de algunas regiones del sur del continente bailaban y rendían culto al niño Dios. Durante la colonia, esta celebración daba la oportunidad para que los esclavos negros y mestizos celebraran el nacimiento de Jesús, identificándose con el mago de raza negra llamado Baltasar. En Arica se cuenta además con la “Ruta del Esclavo” el cual es un circuito etnoturístico que busca difundir en su recorrido las costumbres y tradiciones de los esclavizados africanos que fueron traídos a América, hace más de cuatrocientos años, acompañando a los conquistadores.

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Existen importantes reconocimientos del aporte cultural afro, en el año 2010 el reconocimiento “Tesoros Humanos Vivos”, fue entregado a la agrupación de afrodescendientes ariqueños Club Adulto Mayor “Julia Corvacho”, en una iniciativa propiciada por la UNESCO e implementada en nuestro país por el Consejo de la Cultura. A la vez, un creciente interés en el mundo académico en la historia afrodescendiente se materializa en importantes publicaciones, a saber, en el año 2006, el N° 25 de la revista Cuadernos de Historia de la Universidad de Chile fue dedicado casi íntegramente al tema afro. Lo mismo sucedió el año 2007, con ocasión del Congreso “Huellas de áfrica en América: perspectiva para Chile” en la misma universidad. En la literatura, destacan el libro “Y Llegaron con Cadenas” publicación realizada por la Universidad de Tarapacá y el Consejo de Cultura, con autores como Alberto Díaz Araya, Luis Galdámes y Rodrigo Ruz Zagal. Marta Salgado Henríquez con su libro “Afrochilenos, una historia oculta” y “Lumbanga: Memorias orales de la cultura afrochilena” de Cristian Báez Lazcano, y “Oro Negro” del periodista Gustavo DelCanto, son alguna de las obras más destacadas.

Población afrodescendiente en Chile

 

Como se señaló en la introducción del presente proyecto, no es posible otorgar una cifra exacta del número de afrodescendientes en Chile.

Esta incertidumbre viene dada a consecuencia de la falta del reconocimiento legal de este pueblo, cuestión que los ha excluido de las variantes de los Censos de nuestro país. Pero luego de años de lucha de representantes de los afrodescendientes, el Instituto Nacional de Estadísticas de Chile realizó en el año 2013 la primera encuesta de caracterización de la población afrodescendiente en la región de Arica y Parinacota, arrojando certeros datos.

Al respecto, los resultados indican una población estimada de 8.415 afrodescendientes equivalentes a un 4.7% del total de la población en la región (Arica). En términos de hogares se observa que existen 3.317 hogares con al menos un miembro que se reconoce como afrodescendiente, lo que corresponde a un 6,2% de los hogares de Arica y Parinacota. Por su parte, la composición sociodemográfica indica que la población afrodescendiente corresponde a 3.719 hombres y 4.696 mujeres equivalentes a un 44,2% y un 55,8% respectivamente. Respecto a su distribución según estrato, los resultados indican que la población afrodescendiente se ubica en un 89,2% en las zonas urbanas y un 10,8% en zonas rurales. Al momento de caracterizar culturalmente a la población residente en hogares con presencia afrodescendiente se observa un reconocimiento alto de un 55,9% de la población, un reconocimiento medio de un 37,0% y un bajo reconocimiento de un 7,0%. Respecto a la participación de prácticas culturales se evidencia que hay un 10,7% de alta participación, un 45,9% de participación media y una baja participación de un 43,4% de la población afrodescendiente.

Lo anterior se suma al creciente número de organizaciones sin fines de lucro que buscan el reconocimiento de sus ancestros. Estas organizaciones han manifestado la importancia de posicionar en la sociedad chilena y en la política la existencia real del pueblo tribal afrodescendiente en Chile. Estos han obteniendo importantes logros, entre los que es menester resaltar la creación de la oficina de atención especializada para comunidades afrodescendientes en la Ilustre Municipalidad de Arica. Fueron las organizaciones quienes instaron al INE a realizar la primera encuesta de caracterización de la población afrodescendientes para la región de Arica y Parinacota, cuestión que el presente proyecto pretende replicar a nivel nacional, haciendo presente la necesidad de agregar la categoría afrodescendiente en el Censo del 2017.

En definitiva, si bien el número de afrodescendientes en nuestro país no está determinado, no podemos desmentir que existen y que son parte de nuestra ciudadanía, marcando una fuerte presencia en la Región de Arica y Parinacota.

Con todo, estudios recientes han determinado que un chileno promedio contiene en su genética un 3,81% de africano, un 44,34% de americano y un 51,85% de europeo.