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Haz tu tesis en cultura: Ensayo que se aproxima al patrimonio hidráulico campesino

Haz tu tesis en cultura: Ensayo que se aproxima al patrimonio hidráulico campesino

Publicado el 26/12/2018

En 2018, el concurso Haz tu Tesis en Cultura cumplió 20 años. Desde entonces, se ha ido posicionando en el espacio académico como una instancia para el fomento y desarrollo de la investigación en el campo cultural, logrando durante su historia casi 800 postulaciones, entre ellas algunas relacionadas con el Patrimonio Cultural Inmaterial presente en nuestro territorio.

Como homenaje a estas dos décadas de producción académica, avalada por la institucionalidad cultural del país, publicaremos algunos extractos y reseñas de ensayos referidos a las prácticas, técnicas, tradiciones y manifestaciones del patrimonio cultural.

Agua, paisaje, territorio y sociedad

 

En la convocatoria del año 2016,  Jessica Villalón Núñez, Geógrafa de la Universidad de Chile, obtuvo el premio en la categoría Pregrado con su trabajo “Agua, paisaje, territorio y sociedad: una aproximación desde el patrimonio hidráulico campesino, caso cuenca baja del Cachapoal y cuenca baja del estero  Nilahue.

En su ensayo, la autora hace referencia a las “Azudas de Larmahue”, cuya vinculación al modo de vida del campesino del territorio y del medioambiente  está presente en el Inventario de Patrimonio Cultural Inmaterial en Chile. También incluye las  “Salinas Litorales de Cáhuil”, cuyas técnicas y prácticas de producción de sal están igualmente inventariadas, junto a la tradición de salineros y salineras de otras localidades como Barrancas, La Villa, Lo Valdivia y Yoncabén.

Tal como se reconoce en la presentación de la tesis “en Chile existen paisajes de agua asociados a aquel patrimonio hidráulico, como es el caso de las azudas o las ruedas de agua de Larmahue, los molinos de agua de Santa Amelia, Pañul y Rodeíllo así como también las Salinas de Cáhuil, ubicados en la cuenca baja del Cachapoal y del Estero Nilahue, en la Región del Libertador Bernardo O’Higgins”.

Ciertas comunidades rurales han desarrollado históricamente diversos artefactos, técnicas y sistemas hidráulicos para optimizar el uso del agua, buscando así mejorar las condiciones predefinidas por el territorio. Algunos de aquellos artefactos que se han transformado en un patrimonio hidráulico campesino son las azudas o ruedas de agua, los molinos y las salinas, bienes que simbolizan los procesos históricos que se han sucedido en las comunidades, la adaptación de estas al espacio geográfico, el desarrollo de las actividades económicas y sus consecuentes transformaciones ligadas a la calidad y cantidad de agua de la que disponían. Son también un tipo de patrimonio simbólico, que se traduce en un factor de identidad, artefactos hidráulicos que han generado un sentimiento de pertenencia en los pobladores que ven en ellos un reflejo de su historia, y están cargados de anécdotas y recuerdos que son parte de la memoria de los lugareños”.

La investigación de Villalón Núñez buscó reconocer estos patrimonios hidráulicos identificados en la cuenca baja del Cachapoal y del Estero Nilahue, analizando cómo han contribuido a un mejor aprovechamiento del agua en el paisaje rural y determinó que dichos patrimonios culturales son parte de la tradición y de la economía local, de su historia y de su identidad.

Ruedas de Larmahue

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Los primeros antecedentes que establece el ensayo en relación con este tipo de sistema de regadío aluden a las crónicas de Herodoto, en el siglo V a.C en las que se describe el uso de ruedas para regar los jardines de Babilonia. “Ya en la época helénica las ruedas se perfeccionaron notablemente y se emplearon, en Siria y Egipto, para elevar el agua desde el Nilo. Fueron utilizadas por los romanos y más abundantemente en la época medieval: desde los países islámicos del Cercano Oriente hasta las más diversas regiones de España”.

El uso de las azudas en Chile está presente en el sector de Larmahue, comuna de Pichidegua, en la Región de O´Higgins. El ensayo determina que “la construcción de la primera rueda de este sector se remonta a la primera década del siglo XX. Su construcción se atribuye a don Celso Zamorano, quien construyo la rueda originalmente para poder obtener energía eléctrica, cuando se descubre que la fuerza 33 de la corriente del Canal Almahue no era suficiente, habría cambiado el destino de la rueda, orientándola a un uso agrícola. La tradición oral revela que Zamorano, intento mantener su exitosa idea de aplicación de la rueda para riego agrícola en secreto, de hecho cubrió la rueda con zarzamora. Pero tan pronto fue descubierto su artefacto fue reproducido por los agricultores vecinos. Fue así como proliferaron alrededor del canal Almahue una serie de azudas. Pronto comenzaron a ser replicadas, en menor escala, en otros sectores más o menos próximos como es el caso del fundo San Roberto; allí se construyeron, entre 1934 y 1936, dos enormes e imponentes ruedas, la de menos diámetro es utilizada hasta el día de hoy para riego de los viñedos locales; mientras que la más grande, fue desmontada en 1982, a causa de su avanzado deterioro”.

Los conocimientos y técnicas constructivas asociados a las ruedas de agua de Larmahue siguen presentes en la comunidad, a pesar del paso del tiempo. Así lo consigna la autora de este ensayo ganador de una de las ediciones de Haz tu tesis en cultura: “A su creador don Celso Zamorano le han sucedido varios maestros constructores de azudas, y el último de ellos, el maestro constructor Arturo Lucero Zamorano fue reconocido en el año 2014 como “Tesoro Humano Vivo”.

“Dicho reconocimiento es un programa impulsado por el Estado Chileno otorgado a personas y comunidades portadoras de manifestaciones del Patrimonio Cultural Inmaterial (PCI) nacional de alta significación para el país y las comunidades locales, o bien, a aquellas expresiones en peligro de desaparecer. Los maestros constructores de azudas se formaron observando y ayudando a quienes le antecedieron en su oficio, la tradición y técnica constructiva fue transmitida de forma oral de generación en generación”.

En 1988 el Consejo de Monumentos Nacionales declaró como “Monumento Histórico” a 17 de las 37 ruedas registradas hasta ese entonces, por medio del Decreto N°830. En 2002, en tanto, las mismas ruedas de Larmahue fueron incluidas en el listado del Patrimonio Mundial en Peligro de Extinción “World Monuments Watch”.

 

Por otra, parte, y a través de la resolución 0264 del año 2016, el Estado de Chile incorporó al inventario priorizado de Patrimonio Cultural Inmaterial en Chile el Modo de vida del campesino de Larmahue y su vinculación con el medio ambiente a través de las ruedas de agua de Larmahue, con el fin de focalizar recursos para la salvaguardia de las prácticas y manifestaciones culturales asociadas. En ese sentido, se han realizado las investigaciones “Las Ruedas de Larmahue. Técnicas y conocimientos para su construcción, reparación y uso” (2014)  y “El modo de vida del campesino de Larmahue y su vinculación con el medio ambiente a través de las Ruedas de Larmahue: Técnicas y conocimientos de extracción de agua y regadío autosustentable” (2015). De esta forma, se dio inicio en 2017 al Plan de Salvaguardia que lidera el Departamento de Patrimonio Cultural Inmaterial, del Servicio Nacional de Patrimonio Cultural.

Salinas Litorales de Cáhuil

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En su ensayo Agua, paisaje, territorio y sociedad: una aproximación desde el patrimonio hidráulico campesino, caso cuenca baja del Cachapoal y cuenca baja del estero  Nilahue, la geógrafa Jessica Villalón Núñez se adentra también en el mundo de las salinas litorales, destacando la importancia de la sal, como ingrediente para los distintos pueblos, tanto como un producto de consumo como por la capacidad que tiene para conservar los alimentos. Al remontarse a las culturas antiguas que la utilizaban, se tiene, por ejemplo, de que la cultura china ya la utilizaba en el siglo XXVII a.c, por otro lado en el Imperio Romano inclusive se crearon rutas que buscaban facilitar su mercado. A la sal en algunas culturas “también se le reconocen valores simbólicos en diferentes culturas bajo la idea de purificación. Para el caso de Roma, Grecia y entre los beduinos, es prenda de amistad y signo de alianza. En la tradición judeocristiana, se considera que previene la corrupción de las ofrendas, purifica al niño recién nacido y espanta a los demonios. En nueva Guinea se le asocian poderes de vida (Fahrenkrog, 2009)”.

En cuanto a las salinas de Cáhuil sus orígenes se remontan a tiempos anteriores a la conquista, si bien no es posible conocer las referencias precisas de los comienzos de este singular sistema productivo en la zona, se tiene, tal como indica (Torres, 2012), que estas ya eran trabajadas por los Picunches antes de la llegada de los españoles. En definitiva, Cáhuil fue un pueblo de pescadores y salineros desde tiempos prehispánicos. El desarrollo de la actividad ha pasado por periodos de apogeo así como también por periodos de crisis. En el periodo de apogeo de la actividad salinera en la localidad el recurso era comercializado en forma masiva y en buenos términos comerciales, por paga o trueque. En aquellos tiempos, hacen dos generaciones, los trabajadores de la sal, podían mantener a sus familias con este trabajo”.

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El pasar de una sociedad tradicional a una industrial género un éxodo de población de la localidad de Cáhuil, lo que sumado a otros cambios de índole normativo, como la medida gubernamental de 1979, específicamente, que prohibía el consumo humano de sal de mar sin proceso de yodado, considerando además la explotación de yacimientos de sal en el norte de país (minas de sal de gema en salares trabajas de forma industrial) en la década de los setenta, generó un gran declive en la actividad salinera”.

Una de las alternativas que han desarrollado en la localidad de Cáhuil para potenciar el uso de las salinas es transmitirlo como un patrimonio que además les ha posibilitado dar fomento a sus economías locales mediante la instauración de comercio para dar respuesta a las necesidades de los turistas que visitan las salinas, principalmente en épocas de verano, motivados por el interés de conocer este particular sistema de producción y la tradición que llevan consigo las salinas. Una serie de iniciativas tanto del gobierno local como a nivel nacional sumado a alianzas desarrolladas con privados han permitido ir en rescate de este patrimonio vivo”.

“Con el pasar de los años el proceso de cristalización de sal de mar no ha contado con grandes cambios en su sistema productivo, ni tampoco se ha innovado tecnológicamente, todo lo contrario, se han mantenido las mismas técnicas de explotación y sus características estructurales siguen siendo similares a las que se encontraban décadas atrás, en donde cada parte o sección que componen las salinas posee una funcionalidad determinada”.

A las prácticas salineras de Cachuil, se han unido manifestaciones en otros territorios como Barrancas, La Villa, Lo Valdivia y Yoncabén, cuya inclusión se encuentra actualmente en trámite para ingresar al Inventario de Patrimonio
Cultural Inmaterial
 las investigaciones desarrolladas. El Estado, a través del Departamento de Patrimonio Cultural Inmaterial inició la implementación del Plan de Salvaguardia para esta manifestación, después de realizar investigaciones participativas que permitieran conocer el estado actual del elemento cultural: “La tradición salinera y sus saberes” (2015) y “La tradición salinera en Cáhuil, Barrancas, La Villa, Lo Valdivia y Yoncabén” (2017).

 

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