Bailes chinos del Norte Chico: Pueblo, fe y resistencia cultural
Los bailes y festividades del norte chico de Chile son estudiadas en “Será hasta la vuelta de año”, texto que da cuenta de una expresión ancestral, patrimonial, popular y de culto mariano. Pero hay diversos factores que están dificultando su pervivencia y continuidad.
De pronto los cueros de los bombos y los agudos de las trompetas irrumpieron en mi casa ariqueña. Era el final de la tarde en los tempranos años sesenta. Niños, muy niños, salimos a la puerta de la Calle Maipú para ver que ocurría. No recuerdo si estaban mis padres pero sí recuerdo la luz amarillenta y tenue de la calle, unas antorchas, el olor a parafina y una larga fila de cófrades que se descubrían frente a mí: siuxs, caporales, morenos, chunchos y diablos. Pero eso no era todo. Una música extraña, monocorde e hipnótica de flautas y pequeños tambores inundó el ambiente. Eran los chinos que brincaban de punta a punta por toda la calle. Yo no lo supe sino que hasta muchos años después. Quedó grabada como una de mis experiencias más profundas con la música, los ritos y las festividades religiosas.
Ese impacto infantil ha vuelto ahora convertido en un extraordinario libro: “Será hasta la vuelta de año. Bailes chinos, festividades y religiosidad popular del Norte Chico” de los investigadores Daniel González y Rafael Contreras (Fondart, Consejo de la Cultura y las Artes, 2014).
Más de 10 años de investigación se reflejan en un texto vigoroso, impactante y de lectura vibrante. Su extensión (865 páginas) puede entenderse como una “summa”, pues no hay un texto similar con un estudio tan acabado que incluye danza, música y religiosidad popular, teniendo como eje a la Virgen de Andacollo, la popular “chinita”.
Esta verdadera enciclopedia recoge lo más profundo y significativo de una expresión ancestral, donde se funden tradición, patrimonio, búsqueda del sentido de la vida y relación mariana. La monumental obra tiene un prólogo del musicólogo Agustín Ruiz en que destaca el valor y potencia de esta manifestación crepuscular, celebratoria, libertaria y autónoma. Formas de resistencia que no han sido arrasadas por la modernidad y que persisten como imaginario mágico, poético, simbólico.
El libro está dividido tres partes: “Andacollo: fiesta, bailes chinos y devoción popular de un sistema ceremonial regional”, “El Norte Chico y sus bailes chinos” y “El Norte Chico y sus festividades”, y contiene también un valioso material fotográfico (de archivo histórico y también de la autoría del destacado fotógrafo Manuel (MORALES) Requena radicado actualmente en Concepción y parte del equipo Etnomedia), abundantes fuentes bibliografías, referencias cronológicas y un listado de bailes chinos vigentes. Este libro está disponible para su descarga gratuita.
Más allá del sincretismo
El espíritu del pionero Francisco Barrera ronda todas sus páginas que entregan información detallada, testimonial y minuciosa sobre el origen, desarrollo y preservación de los bailes chinos, cultivados en el presente por unas 88 agrupaciones que han mantenido la tradición por más de 200 años, sectorizadas en el Norte Chico, y que abarca las regiones de Atacama, Coquimbo, el área septentrional de Valparaíso y sus valles de Longotoma, Petorca y la Ligua. Para uno de sus autores, Rafael Contreras, la importancia de este territorio es relevante donde se articulan lo minero, agrícola, ganadero y la recolección marina en un espacio con una red de localidades y vinculaciones religiosas y simbólicas entre fiestas locales y un culto regional como es el de la virgen de Andacollo” (NO HAY INICIO DE “). La historia se remonta a 1581 cuando indígenas (SE) encontraron con la imagen de la Virgen del Rosario en Andacollo y desde ese entonces se inició al culto mariano, cuya danza fue declarada Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la Unesco en 2014.
Para Contreras, los bailes chinos son más que una demostración de sincretismo religioso. “Sostenemos que la religiosidad popular representa un campo donde se disputaron fuerzas históricas de dominación/liberación entre instancias coloniales del poder y los procesos autonómicos de las comunidades locales del Norte Chico y Chile Central. En la dimensión de lo festivo se disputó una hegemonía entre lo popular, indígena y mestizo, y la elite clerical, económica y política”.
En tanto, Daniel González, el otro autor, cuestiona el nombre de chino, porque en su visión es una suplantación de lo indígena-mestizo. “El concepto chino, que etimológicamente remitía a la condición de servidora en su acepción femenina de china en idioma quechua, vino a constituirse en el vocablo que suplantó a los indígenas en un país que negaba este origen a comienzos del siglo XIX. Aceptar que estas danzas eran “bailes de indios” contravenía el proyecto modernizador-capitalista. Por ello fue necesario comenzar a señalar a estos bailes ya no de indios sino de chinos”.
Fuente: El Ciudadano