Emotivo reencuentro en la Fiesta a la Virgen del Rosario de Las Peñas
La Fiesta, que se se realizó entre el miércoles 28 de septiembre y el lunes 3 de octubre, fue liderada por el monseñor Moisés Atisha, obispo de Arica. En ella destacó la presencia de un número significativo de Carabineros de Chile, que en conjunto a integrantes de la Defensa Civil realizaron labores de cuidado, acompañamiento y resguardo de las personas que arribaron al santuario.
Como es habitual, se pudo observar la presencia de personas de todas las edades que recorrieron de día y de noche la ruta para llegar ante la presencia de la “Chinita”. Allí, la ardua caminata, los cantos, el baile, el sonido de las bandas de bronce y comparsas de “lakitas”, además de diversas manifestaciones de fe volvieron a repletar el santuario ubicado en la quebrada de Livilcar, todo a pesar de lo complejo que fue organizar la celebración.
Al respecto Kateryn Garzón, seremi de las Culturas, las Artes y el Patrimonio de la Región de Arica y Parinacota indicó que “desde el Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio, en el ámbito patrimonial, destacamos el retorno de la práctica de nuestras tradiciones, en este caso vinculadas a la cosmovisión religiosa, donde retomamos nuestra fe a través de la peregrinación y manifestaciones artísticas asociadas a la devoción, como es el caso de los morenos de paso y otros bailes religiosos. Tras dos años de pandemia, es fundamental que retomemos nuestro patrimonio inmaterial porque nos define y nos entrega una identidad única como ariqueños y ariqueñas”.
Para las personas que habitan la región de Arica y Parinacota la festividad a la Virgen de Las Peñas es un acontecimiento de suma importancia, pues es la festividad religiosa más importante y concurrida en la región; hasta allí convergen fieles tanto de Chile como de Perú y poblaciones indígenas, afrodescendientes y otras sin alguna adscripción étnica como las anteriores, además de, niñas, niños y adultos mayores, cuestión que posiciona a la Fiesta de la Las Peñas como una de las más importantes del norte de Chile.
Para Claudia Flores , directora regional (s) del Servicio Nacional del Patrimonio Cultural de Arica y Parinacota, esta celebración es muy importante, “ya que los bailes de morenos de paso, las bandas de bronce y obviamente el restos de bailes, músicos y peregrinos de la virgen del Rosario de Las Peñas han retomado sus tradiciones, pues estamos hablando de una celebración que forma parte importante de la identidad cultural de la región y en donde se manifiesta el patrimonio cultural inmaterial de Arica y Parinacota”.
Bailes religiosos y cultores
Dentro de los participantes de la Fiesta se destacan los bailes reconocidos como Tesoros Humanos Vivos en el año 2017; “Sociedad de Morenos de Paso María de Cárcamo”, “Sociedad de Morenos de Paso Corazón de María” y la “Sociedad de Morenos de Paso Manuela de Marconi” junto a los músicos de Bandas de Bronces Tesoros Humanos Vivos del 2019, Ismael Ojeda, Héctor Santibáñez y Juan Tarifa volvieron a la fiesta al igual que el resto de cultoras y cultores de los bailes de Morenos de Paso registrados en el Inventario Nacional del Patrimonio Cultural Inmaterial.
Para el cultor Ismael Ojeda la fiesta de este año se vivió de manera distinta: “Han pasado dos años en que no veníamos a esta quebrada, y volver a retomar el reencuentro con mucha gente en el camino, por la motivación era distinta, a lo mejor antes tú los conocías pero el saludo era, hola, chao… pero este año el saludo fue distinto, ¡hola, cómo estai’!, con gente que nunca tuviste la oportunidad de abrazarte; ¿cómo estai’?, ¡tanto tiempo!, ¡qué bueno que estás vivo!, ¡que rico verte otra vez!”.
El bailarín Peter Espinoza, de la Sociedad Religiosa María de Cárcamo, reflexiona sobre sus sentimientos: “Un sentir para varias personas de las que hemos compartido en estos días, un sentimiento de nostalgia, la alegría de volver a estar con la Virgen de Las Peñas es grande, pero también la nostalgia de los que hemos perdido algunas personas, familiares, amigos, conocidos, que si bien en cierto, en algunos casos no venían a Las Peñas, ellos estaban con nosotros. El hecho de no haber tenido fiesta ha sido muy fuerte, intenso, el sentimiento que nos faltaba algo durante el año, aunque estemos sólo cuatro días al año en el santuario, es lo que más nos llena como personas, en lo espiritual”.
El músico Juan Tarifa nos indica que “para nosotros los músicos el hecho de volver a la fiesta es igual que los peregrinos, y que los bailarines. Para nosotros a veces es más fuerte que para un bailarín, porque estar aquí es como re encontrarnos con la fiesta. El volver hacer lo que nos gusta, entregar lo que queremos, hacer bailar a los bailarines, hacerlos cantar y ser parte de la fiesta”.
Guillermo Garrido, el bailarín más antiguo de la Sociedad Religiosa Manuela de Marconi, nos relata que es, “primero que todo, una alegría inmensa por volver a estar en este pueblo, volver a tocar tu matraca en el pueblo que todos queremos, y me siento doblemente contento, porque a pesar de ser de Sociedad Religiosa Manuela de Marconi, me tocó estar en las dos caras de la Fiesta de Las Peñas, el año pasado me tocó hacerlo virtual, que trajimos todos los equipos, nos trasladamos dos fines de semana al santuario, solitos, veinticinco (25) personas, con el gran agradecimiento al cuerpo de alferazgo, que en todo momento nos ayudó en lo que es luz, agua, baño, porque eso es imprescindible. Y ahora me tocó hacer la fiesta”.
Jessica Flores, presidenta de la Sociedad Religiosa Corazón de María, “uno trae sus cargas desde abajo, por el tema del Covid, de las enfermedades familiares, por una serie de situaciones que van ocurriendo, y el estar aquí, ya es, depositar a los pies de la Virgen las pocas alegrías que se han ido sucediendo, pero si muchas, lamentablemente, muchas desgracias y cosas malas para nosotros, es como que tu mamá te acoge y te consuela, entonces, dentro de eso, te ha ido ayudando en el transcurso de lo que se está viviendo. Y que ella te ha ido abriendo muchas puertas que estaban cerradas, pero te abre los caminos”.
Aunque la fiesta se caracterizó por el reencuentro y la alegría, en el santuario también hubo tiempo para la nostalgia, pues entre las callejuelas del santuario los devotos a la virgen colocaron imágenes de aquellos que en estos dos años fallecieron.