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Los desafíos de un enfoque de género en el Patrimonio Cultural Inmaterial en Chile

Los desafíos de un enfoque de género en el Patrimonio Cultural Inmaterial en Chile

Publicado el 08/03/2019
​​​​​​​Mujer esgrafiando su pieza. Una de las últimas etapas del proceso de creación de la alfarería de Quinchamalí.

Por: Katherine San Martin Salgado | Ruth Simeone Ruiz |
Alejandra Alvear Montecino

 Este 8 de marzo se conmemora el Día Internacional de la Mujer que,  este año 2019, se nos presenta con grandes convocatorias a marchas a nivel mundial y nacional, y que nos interpela a todas(os) invitándonos a reflexionar desde nuestros espacios y quehaceres sobre las desigualdades y luchas que aún persisten en nuestra sociedad, teniendo como horizonte la conquista de una sociedad más equitativa e igualitaria. Ejemplo de ello fue la acción llevada a cabo en Santiago a comienzos de esta semana, la cual sorprendió a las(os) usuarias(os) de metro de esta ciudad con el rebautizo de sus estaciones con nombres de destacadas mujeres nacionales. Este gesto de memoria y reconocimiento público tuvo reacciones de apoyo y otras de cuestionamiento, pero sin duda no pasó desapercibida.

Dentro de este contexto, es que nos interrogamos desde nuestro quehacer como trabajadoras del Departamento de Patrimonio Cultural Inmaterial (PCI), preguntándonos de qué manera esta labor en la salvaguardia del PCl refleja, dialoga y tensiona la categoría de género y, sobre todo, permite comprender el rol de la mujer en la mantención y creación de este tipo de patrimonio. Es así que comprendemos a la mujer más allá de su vínculo fundamental con la transmisión, posicionándola como sujeto clave para la mantención y creación de la cultura.

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Mujeres que mantienen viva la tradición de la artesanía en crin de Rari.

Basta pensar, por ejemplo, en que la Alfarería de Quinchamalí y Santa Cruz de Cuca, la Artesanía de Crin de Rari, o los saberes de la técnica textil en traricán de Amalia Quilapi, no podrían existir sin la comunidad de mujeres que lo sustentan hasta nuestros días y que nos permiten conocerla. O en el ámbito del patrimonio alimentario, por ejemplo, las Palomitas Blancas de Laraquete con sus saberes asociados a la elaboración, preparación y venta de las tortillas con mariscos que identifican a su comunidad o el rol de Zunilda Lepin en la revitalización del trafkintu, quienes no solo transmiten, mantienen y reactualizan sus conocimientos y saberes sino que también cumplen un papel fundamental dentro de sus comunidades.

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Palomitas Blancas de Laraquete, mujeres que mantienen la vigencia de
las tortillas de rescoldo, un patrimonio alimentario de su comunidad.

En el ámbito de la gestión, durante el 2018 en las regiones de Biobío y Magallanes, se llevaron a cabo dos Talleres de Gestión local del Patrimonio Cultural, los que tuvieron como eje central vincular Género y PCI; transformándose en un espacio de encuentro e intercambio de experiencias entre cultoras, expositoras y asistentes.

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Patricia Chavarría, Premio Margot Loyola 2016, durante el Seminario de Patrimonio Cultural y Género (Concepción, 2018), organizado por el Dpto. de Patrimonio Cultural Inmaterial.

Estas actividades propiciaron la visibilización de las mujeres en sus comunidades, quiénes son esenciales en la salvaguardia del patrimonio cultural inmaterial. Son las guardianas y encargadas de transmitir a las nuevas generaciones sus saberes, lengua materna, memoria local y elementos simbólicos de los territorios a los que pertenecen. En estas jornadas se presentaron experiencias respecto a las configuraciones de género en el patrimonio alimentario y sus implicancias culturales  en la percepción del entorno; el oficio de las cantoras campesinas en comunidades rurales; la conexión genealógica de un grupo de mujeres alfareras con su localidad a través de la materialidad; los desafíos de incluir el enfoque de género mediante la vinculación directa con las comunidades en la museología; y la importancia de fomentar los archivos de mujeres a nivel regional.

Ahora bien, no podemos desconocer que todas las acciones antes mencionadas representan un aporte y un avance para la discusión de la temática, pero sabemos también que ellas resultan insuficientes.

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La "Técnica textil de teñido por reserva, Traricán" es uno de los elementos del PCI registrados en Chile. En la foto, la cultora Amalia Quilapi, Tesoro Humano Vivo.

A la fecha, cuando se revisan los 34 elementos que hoy se encuentran en el Registro de Patrimonio Cultural Inmaterial en Chile (disponibles en www.sigpa.cl), de todos ellos, sólo 7 corresponden a elementos cuyas principales detentoras son mujeres. ¿Por qué si sabemos que las principales transmisoras del PCI son mujeres existen tan pocos elementos asociados a ellas? Parte de esta pregunta creemos que se empalma con las luchas que este 8 de marzo del 2019 levantan las mujeres, el cual dice relación con la invisibilización del trabajo y conocimientos femeninos. El ámbito patrimonial no ha estado exenta históricamente de una mirada en la cual se ha reconocido y valorado públicamente los patrimonios masculinos, en cambio, aquellos patrimonios vinculados a lo femenino, a lo cotidiano, a la vida privada, han sido relegados, invisibilizados y muchas veces menospreciados.

Todas(os) aquellas(os) que trabajamos en PCI sabemos que sin comunidad no hay patrimonio. Sin embargo, a veces olvidamos que esa comunidad -la cual debe participar activamente de los procesos de salvaguarda y que es la principal legataria de su patrimonio- muchas veces invisibiliza a aquellas(os) sujetos e identidades que la componen. Asimismo, solemos ver a las comunidades como una unidad, siendo que sabemos quiénes trabajamos con cultores y cultoras, que no lo son, y que en ella se reproducen las mismas desigualdades que existen en la sociedad. Es por esto, que se necesita urgentemente mirar desde un enfoque de igualdad de género, el cual nos exige “tener en cuenta las diferentes formas en que se ven afectados los géneros por las estructuras de poder dentro de una comunidad y sus familias” (UNESCO, 2015, p.34).

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Cuidadora de semillas, Zunilda del Carmen Lepin Henriquez, Tesoro Humano Vivo.

Hoy se abre el desafío de ir más allá de las acciones que ya hemos iniciado e instalar la necesidad de una política transversal que permita visibilizar estos temas, dado que “la igualdad de género puede ser decisiva para ampliar la definición de patrimonio cultural y aumentar su alcance y significado para beneficio de toda la sociedad” (UNESCO, 2015, p. 36) sin olvidar que “las diferencias entre mujeres y hombres sobre sus elecciones y la posibilidad de ser escuchados en materia de patrimonio afectan el rol del patrimonio dentro de la comunidad, su administración y representación” (UNESCO, 2015, p.39). De este modo, en el marco de los procesos asociados a la salvaguardia del PCI, proponemos impulsar espacios de análisis sobre las problemáticas y desigualdades a las que se enfrentan las cultoras en sus territorios, teniendo en mente que uno de los principios éticos fundamentales de la Convención de la UNESCO para la Salvaguardia del PCI (2003) es la equidad. Esto nos conduce a mejorar la gestión pública en este ámbito y desarrollar intersectorialmente herramientas que contribuyan a una sociedad más igualitaria, con mejores condiciones de vida para las mujeres del país, potenciando liderazgos femeninos y la participación en la toma de decisiones en la gestión de su patrimonio.

Referencias: UNESCO (2015) “Igualdad de género. Patrimonio y creatividad”.