Patrimonio Cultural ligado a la religiosidad [Proyectos Fondart]
“La Fiesta de la Virgen de la Candelaria en San José de la Mariquina viene celebrándose desde el 2 de febrero de 1879, es decir, ¡hace 137 años! Y la imagen de la Virgen ha estado presente desde 1882”, dice el profesor de historia, geografía y educación cívica Salustio Saldivia, para graficar los elementos de historicidad y valor patrimonial que guarda una de las festividades investigadas a través de su proyecto Travesías de Fe, financiado este 2016 por el Consejo de la Cultura de Los Ríos y su fondo concursable Fondart Regional.
La iniciativa, adjudicada en la línea de Patrimonio Cultural, se ejecuta desde enero de este año y hasta julio de 2017, y comprende un registro histórico, cartográfico y fotográfico de las festividades religiosas católicas presentes en la comuna de Mariquina.
San Sebastián en Cuyinhue y Meliquina, Virgen de La Candelaria en San José de la Mariquina, Virgen de Lourdes en Mehuin, San Francisco en Puringue Pobre e Inmaculada Concepción en Pelchuquín componen el conjunto en estudio, considerando para todas las celebraciones su historicidad y vinculación con la historia local, aspectos litúrgicos, elementos de continuidad y cambio en las manifestaciones, relevancia social y componentes de valor patrimonial.
“Lo que da un mayor valor patrimonial a las festividades religiosas son elementos como la cohesión social que generan, pues asisten decenas y hasta miles de personas que provienen de diversas localidades, ligadas a la festividad por tradición, lo que permite a los feligreses sentirse parte de una comunidad creyente. Además, las festividades permiten la cohesión cultural, pues los fieles tienen la oportunidad de expresar su devoción religiosa”, afirma Saldivia.
El investigador agrega: “Otro elemento a considerar es la identidad que generan, lo que lleva a que comunidades se sientan responsables de su continuidad y asuman protagonismo en las actividades previas y durante las celebraciones religiosas”.
A la fecha los avances incluyen el levantamiento de información en terreno en base a visitas y entrevistas a informantes claves en San José de la Mariquina, Cuyinhue, Tringlo, Meliquina, Mehuin, Puringue Pobre y Pelchuquín. Asimismo, se ha realizado un trabajo de investigación de archivo, a través de la consulta de fuentes escritas como crónicas parroquiales y publicaciones en general.
La participación comunitaria y la validación de la información sistematizada con la propia ciudadanía es un elemento prioritario para el equipo, para lo cual ya ha realizado jornadas de socialización en todas las comunidades y encuentros que ratifiquen los avances en Meliquina y Cuyinhue, específicamente abocados a la festividad de San Sebastián.
Además de Saldivia, a cargo de los trabajos de investigación y sistematización de información, integran el equipo Isabel Aguilar, responsable del diseño gráfico del material de difusión; Sara Andrade, a cargo de la edición de textos, y Erwin Leal, Buddy Calfil e Ignacio González, encargados del registro fotográfico de las festividades.
Para la difusión de la investigación el equipo montará una exposición fotográfica itinerante, que concluirá con siete instalaciones en las localidades donde se celebra cada festividad. Además, se contempla la impresión y distribución de 700 ejemplares del libro “Travesías de Fe”, que también estará disponible para descarga digital. Por último, las festividades indagadas serán ingresadas al Sistema de Información para la Gestión Patrimonial (SIGPA) del Consejo de la Cultura.
Para difundir las actividades del proyecto e información y videos sobre las festividades religiosas investigadas, la iniciativa cuenta con su propia fan page Travesías de Fe, actualizada periódicamente.
Iglesia Santísima Trinidad de Purulón
Si en 2013 fue la iglesia San Antonio de Padua de Pelchuquín, este 2016 es la iglesia Santísima Trinidad de Purulón la que motiva la investigación de un equipo de profesionales, liderado por el profesor de Historia y Ciencias Sociales Mauricio Villanueva.
La iniciativa financiada por el Fondart Regional del Consejo de la Cultura consiste en elaborar el expediente técnico para solicitar que dicha iglesia sea declarada Monumento Nacional en su categoría de Monumento Histórico.
“En este lugar en 1874 un misionero capuchino fundó una misión con sus respectivas construcciones. Hacia 1908 una nueva construcción reemplazó a la anterior, sin embargo, fue destruida por un incendio en 1918. Este mismo año se comenzó a construir nuevamente el templo y se terminó en 1920. Esta iglesia es la que perdura hasta nuestros días y sobre la que se busca iniciar un proceso de puesta en valor a partir de su reconocimiento y protección legal”, argumenta Villanueva.
El investigador destaca el valor e influencia en nuestra herencia patrimonial de la labor y evangelización de la orden capuchina en el sur de Chile y que, dice, además de las iglesias incluye escuelas, internados y conventos, a lo que se suma el patrimonio inmaterial dado por las festividades religiosas y de devoción popular.
Además de su responsable, el equipo multidisciplinario está compuesto por Diego Pino, profesor de Historia y Ciencias Sociales; Carlos Aguayo, arquitecto; Karin Müller, gestora cultural; Erwin Leal, fotógrafo, y Nicole González, historiadora del arte y estética. Respecto de esta última, Villanueva señala que la profesional se incorporó para realizar un análisis acabado de la decoración mural interior y la colección mueble y artística de la iglesia.
Respecto a la proyección de la iniciativa, el investigador señala que es vista como una “oportunidad para asegurar la preservación de este inmueble en el tiempo e iniciar un proceso de resguardo y puesta en valor, que posibilitaría la búsqueda de recursos o fondos para futuras restauraciones e intervenciones”.
Desde el punto de vista del impacto social e identitario, Villanueva es enfático al afirmar que reconocer legalmente esta iglesia como un patrimonio significaría una oportunidad para la comunidad para rescatar su memoria e historia y, en definitiva, valorar la riqueza identitaria amplia de su territorio en donde co-existen otras expresiones patrimoniales, así como el fortalecimiento de los lazos sociales e incluso la transformación en un atractivo para el turismo cultural, potenciando el desarrollo local desde la propia comunidad.
Con la experiencia de Pelchuquín y Purulón, los profesionales no descartan entre sus objetivos a largo plazo iniciar acciones similares con inmuebles presentes en las provincias del Cautín en la Región de la Araucanía y de Osorno en la Región de Los Lagos, “documentando y poniendo en valor un conjunto de iglesias de madera con características históricas y arquitectónicas comunes, para que sean reconocidas y protegidas en su conjunto como un patrimonio cultural propio de esta parte del sur de Chile, tal como ocurriera hace algunas décadas con las Iglesias de Chiloé, y que pasen a formar parte de la lista representativa del patrimonio cultural material de Chile”.
La difusión de los avances de la iniciativa puede conocerse a través de la fan page Iglesia de Purulón Monumento Nacional.